Esther, Sonya y el Kosmos-Kaos

LA CATARSIS POR ESTHER Y SONYA (VERSION TURBO)

Clima veraniego (cuento)


Caminaba y todo estaba calmo. El sol, el aire, nada que la perturbe. De pronto Sonya vio que en el camino habían flores, un inmenso jardín, donde ella se detuvo a descansar y a disfrutar de eso tan bonito. Pero el clima comenzó a oscurecer, y sin darse cuenta, grandes gotas de lluvia aisladas comenzaron a caer en el cabello negro de Sonya. El aire estaba pesado, había olor a tierra mojada, Sonya se preguntó “¿En que momento cambió tanto el clima que no me di cuenta?".
No quería irse. Pero la tormenta comenzó a hacerse mas fuerte, ya el viento volaba las flores por el aire, se volvió helado y volaba también las hojas secas con toda la furia. Sus ojos siempre fueron sensibles al viento de tormenta, siempre se le mete algo en el ojo, o solo el viento los hace lagrimear.
Entonces cerró los ojos, y bajo protesta se dio cuenta que tenía que volver al camino y seguir su viaje. Con dificultad lo encontró de nuevo, casi no podía abrir los ojos por el viento, solo de vez en cuando para asegurarse de no tropezar. Comenzó a tener mucho frío, pero llevaba poco abrigo para esa temperatura. Apenas subió la mirada entre tanto viento y pudo ver el cielo, ya no era azul, era color gris muy oscuro, tronaba y algunos relámpagos caían en el campo. Lo que le generó mucho miedo.
Y así pasó el tiempo. La tormenta seguía y Sonya caminaba con dificultad. Estaba llena de barro en las piernas, mojada, helada. Lloraba amargamente por momentos, “¿qué sucede con esta tormenta? ¿es que nunca se termina?” se preguntó. Pero ella no se detenía, aunque lloraba o tenia momentos de furia, aguantando el frío, el sueño, ella no detenía sus pasos. Se hacía de noche, otra vez de día. Al fin y al cabo, no había diferencia entre ambas, siempre estaba oscuro. También tropezaba y se lastimaba las rodillas, llenas de barro. Se levantaba de nuevo, se agarraba de algún árbol, pero seguía caminando. Estaba sola, nadie que le de una mano para avanzar. Solo leves voces a lo lejos del campo que le gritaban “Sonya no te detengas! No te dejes vencer por el clima!” El cielo parecía un techo sepulcral, y Sonya estaba dolida: “Me arrepiento de haberme detenido en aquél jardín tanto tiempo. Ni siquiera había un techo donde refugiarme. Las flores parecían tan lindas, pero de un momento a otro se hicieron pedazos y se llenaron de barro. Ojalá nunca hubiese descubierto ese jardín. Ahora es mi turno de pensar en cómo seguir avanzando bajo la lluvia”.
Un día, bajo la tormenta, Sonya pudo mirar a sus costados y se dio cuenta que no estaba sola: habían otros como ella en la misma tormenta, pero por otras cicunstancias. Todos caminaban con dificultad, heridos, llorando, enojados. Algunos reían por momentos diciendo “disfruten loco, hace calor y nos refrescamos, la tormenta tiene su lado bueno. Ya nos comeremos un chori en cuanto aparezca un puesto en el camino, aunque venga un tornado!”
Sonya adoraba esos momentos de locura en medio de tanto caos. Y se reía, entre la furia del sin fin de la tormenta.
-Ya he pasado otras tormentas- se dijo, y les dijo a los que iban con ella mientras la miraban con atención- en todas he aprendido a sobrevivir. Esta no va a vencerme. Tal vez en un futuro muy lejano alguna me derribe, pero no esta vez. Y mientras tenga fuerzas, las venceré a todas, esté caminando, esté al frente de una barca, esté al borde de un precipicio o al cuidado de unos pequeños. O al menos nadie dirá que no lo intenté.
-Lo vas a lograr Sonya!- le dijeron algunos de los que iban con ella- como todos nosotros, también lo lograremos.
Sonya podía ver que otros se desmayaban y ya no podían seguir. Algunos caían muertos a lo lejos, donde ella u otros no alcanzaban a ayudarlos. Donde ella estaba cerca, y aunque le faltaban las fuerzas, trataba de tomar de la mano a aquellos que querían darse por vencidos. También algunos lo hacían con Sonya por momentos, cuando ella se caía de boca. Asi hacían algunos con otros también.
Sonya sigue bajo la tormenta. Pero valora los momentos buenos. Por momentos ella recuerda el fin de tormentas anteriores: un leve pedazo de cielo se asoma entre los nubarrones lentamente, la lluvia cesa. Al final ella seguia mojada, sucia, cansada y hambrienta, pero lo peor ya había pasado. Después asoman rayos de sol, y el prado y los árboles parecen tener un color mas brillante, entre las gotitas de agua. Las flores huelen mas dulces, hay un silencio tranquilizante entre el canto de algunos pajaritos. Mira a su alrededor, ve inundaciones a lo lejos, objetos de personas que no lo lograron, troncos tirados por el viento. También cruza la mirada con aquellos que lo lograron junto con ella, y se sonríen todos en silencio. Aunque no ve el fin del camino, puede ver que luego de la tormenta no solo hay un puesto de chori, sino una gran parrillada con lechón y vacío, ensalada rusa, esperando a todos los que lo lograron! Y helado de postre :P
Sonya camina bajo la tormenta y sonríe. Porque en el fondo sabe que ninguna tormenta es casualidad, todas son necesarias en el camino para hacerse fuerte. Hay que cargarse de coraje, pedir ayuda cuando se esta por desmayar y ayudar al de al lado, aunque no se pueda con uno mismo. Después, al final, aprendemos a compartir el lechón con alegría!

0 comentarios:

Publicar un comentario

GRACIAS TU COMENTARIO ;)